24 junio, 2008

Cavilaciones...

Hace ya casi un año que recibí un email con este texto como presente, tal fue la palabra con que hacía mención al breve texto (sospecho que es un fragmento del libro Las pequeñas virtudes) de Natalia Ginzburg la persona que lo enviaba. Pensé largo y tendido sobre lo que la autora dice en pocas líneas. Pensé y repensé el texto en muchas oportunidades, en silencio y soledad, y otras en pleno bullicio, entre incontables personas y para mis adentros, sonriendo a veces por compromiso y para no distraerme y perder el hilo de mis pensamientos. Sigo pensando en las palabras de Natalia Ginzburg y en lo que significan, sobre todo, para mí hoy. Yo también lo comparto:


Las pequeñas virtudes.

Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de saber.

…Terminamos por pedirles todo aquello que sólo puede darnos nuestra propia vocación, queremos que sean en todo obra nuestra, como si, por haberlos procreado una vez, pudiéramos seguir procreándolos a lo largo de toda la vida. Queremos que sean en todo obra nuestra, como si se tratase, no de seres humanos, sino de obras del espíritu. Pero si nosotros mismos tenemos una vocación, si no hemos renegado de ella ni la hemos traicionado, entonces podemos dejarlos germinar tranquilamente fuera de nosotros, rodeados de la sombra y el espacio que requiere el brote de una vocación, el brote de un ser. Esta es, quizá, la única posibilidad que tenemos de resultarles de alguna ayuda en la búsqueda de una vocación, tener nosotros mismos una vocación, conocerla, amarla y servirla con pasión, porque el amor a la vida genera amor a la vida.


Natalia Ginzburg.

7 comentarios:

Pontiac dijo...

¡Cómo se lo extrañaba! Volvió con otra perspectiva quizás?

jmslayer dijo...

¡Hola! Muchas gracias por extrañarme. Hummm... seguramente he vuelto con otra perspectiva, ahora soy papá y eso vino a cambiar muchas cosas y a afirmar otras. Este era un post que me debía, como menciono pienso mucho en esas líneas, pero, para hacer honor a la verdad, incluso antes de tener la bebota hermosa que tengo por hija, ya me desvelaban este tipo de cuestiones, la cosa es que ahora siento la responsabilidad de ser padre y, por ende, la responsabilidad de quien sabe que debe constituirse en un "modelo" útil, completo y lo más sano posible (¿¡puff, no será mucho!?).

Sergio Muzzio dijo...

BIENVENIDO Y FELICITACIONES! AHORA ESTA EN USTED CRIAR UN NUEVO TIPO DE MINA, MUCHO MEJOR ADAPTADA A LAS NECESIDADES MASCULINAS.
ABRAZO!

Sergio Muzzio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
nohayverguenza ediciones dijo...

Como casi todo en la vida, sorprendente. Una nueva vía de cosas para leer, vuestros blogs. Como Vd. dejó un amable mensaje en el blog de la editorial, aviso que ya hay algunas novedades:
http://nohayverguenzaediciones.blogspot.com
abur
TiTo A.

Alicia dijo...

Ud. sabe de las vueltas de la vida... justamente por ellas hoy he llegado a visitar luego de tanto tiempo su tan querido blog para mi. Al encontrarme con estas palabras tan simples y profundas, y sin ser madre (sólo hija, por si cuenta)he sentido dentro tantas ideas y sensaciones... Nada más explícito que lo que he pensado a cerca de la omnipotencia humana al intentar controlar lo que se ama, en primera instancia a los hijos, como propiedad.

Recuerdo una charla en la que Ud. me expresaba esa sensación de inmensa responsabilidad que lo embargaba ante la llegada de Sofía. Y recuerdo también que le dije - Serás el mejor padre que puedas ser. Te tenía fé! Y eso se vislumbra en los ojos de las personas, cuando son transparentes...

Un abrazo a sus niñas!
(y tropa felina)

jmslayer dijo...

Hola Ali!!! Muchas gracias por las cosas lindas que me decís! Por lo pronto sigo en la lucha, y la gordita está cada vez más hermosa y nosotros, los papás, cada vez más contentos. Te mando un beso grande!